Estas palabras han sido sacadas de
un poema tardío de Hólderlin que ha llegado
a nosotros
por un camino especial. Empieza así: “En un azul amable, dulce florece,
con el metálico tejado, la torre de la iglesia…” (Stutt. Ausg. 2, 1 p.372 y
ss.;Hellingrath VI p. 24 y ss.) Para oír adecuadamente las palabras “…poéticamente
habita el hombre…” debemos devolverlas cuidadosamente al poema. Es por esto que
ellas inmediatamente despiertan. Porque de lo contrario, nos falta la libre
disposición a contestar a estas palabras yendo detrás de ellas.”
“…Poéticamente habita el hombre…”.
Que los poetas habitan a veces poéticamente es algo que aún podríamos imaginar.
Sin embargo, ¿cómo “el hombre”, y esto significa: todo hombre, y siempre, puedo
habitar poéticamente? ¿No es todo habitar incompatible con lo poético? Nuestro
habitar está acosado por la carestía de viviendas. Aunque esto no fuera así,
hoy en día nuestro habitar está azuzado por el trabajo –inestable debido a la
caza de ventajas y éxitos-, apresado por el sortilegio de la empresa del placer
y del ocio. Pero allí donde, en el habitar de hoy queda aún espacio y se ha
podido ahorrar algo de tiempo para lo poético, en el mejor de los casos, esto
se ha realiza por medio de una ocupación con las artes y las letras, ya sean
escritas o emitidas (por radio o por televisión).
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