Historia de una fotografía
“Un gigante judío en casa de sus padres en
el Bronx”
New York, 1970.
“Cuando era chica, mi madre me leía Gulliver.
En mi sueño, tendida sobre una arena muy
blanca,
los enanos me ataban con sus hilos de
seda. Baba,
lágrima o semen, sé de la desgracia de la
diferencia.
Una tarde, volviendo a casa desde Central
Park,
Después de fotografías a un chico flaco y
tenso
Que apretaba una granada de plástico en la
mano,
Vi al gigante asomado a una ventana y me
detuve.
Hola,
Gulliver –le dije-, Cuando yo era chica
mi
madre me leía el cuento. Y en mis sueños
los
enanos me ataban con sus hilos de seda.
Me hizo entrar a la casa y llamó a sus
padres.
Soy Diane Arbus –dije-. Vivo en la calle
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Y me gustaría tomarles una foto. Mis ojos
Registraron el cuarto con la precisión de
un ciego
Que identifica con los dedos el exacto
valor de las monedas:
Los sillones enfundados, la lámpara de
cobre,
El enorme zapato izquierdo del gigante,
Su bastón, su puño de marfil,
Las rodilleras gastadas de andar a gatas…
Posaron. La madre elevó sus ojos a los del
gigante
Y se agarró las nalgas buscando un punto
de apoyo.
El padre, adusto, enfundó una mano en el
bolsillo,
Y en ¾ perfil fijó la vista en el
horizonte.
Todo sucedió muy rápidamente. Mi único
artificio
Fue apoyar la cámara en el brazo de un
sillón:
Ángulo bajo, que aplasta al gigante contra
el techo.
Nunca volví a visitarlos.”
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