El despliegue de formas de un altar barroco se ha comparado al ojo calmo de un ciclón. Un ojo crececomo un embudo, cuya boca recepta todos los retablos de Navidad y las escarchadas constelaciones reducidas a mágicos parches de tarlana. Un ciclón reducido en ingenua tarlatana escolar es la primera afirmación perentoria del barroco americano.
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