III. El Rumor
Lo que es negación, o más bien negativo, constituye la forma más
acuciante del hacer; así sucede con el silencio. Será acaso de la vida desate,
sólo por serlo, un rumor del cual el zumbido de la abeja, el canto mismo del
pájaro, sea la quintaesencia lograda, pues que basta quedarse quieto, o lo que
así llamamos, para que escuche inexorablemente el rumor de la psique, nunca
callada. No hablemos del alma que puede ser no solamente callada sino fuente de
acallamiento, lugar capaz de engendrar por sí misma un silencio, es decir un
tiempo y un espacio propio.
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